
Entrevista en OPIS de Dow Jones: Eduardo del Valle, gestor del Banco de Hábitat de Aguadulce de Terrasos
26/06/2025
Entrevista en OPIS de Dow Jones: Eduardo del Valle, gestor del Banco de Hábitat de Aguadulce de Terrasos
26/06/2025
Una carta desde el monte.
Hoy quise hacer una pausa al cierre de una semana agotadora.
Dejé a un lado el diligenciamiento de planes de trabajo, la revisión de presupuestos, informes y comités, para plasmar algunos de los pensamientos que me llegaron esta semana.
Hace tres años me propusieron operar Bancos de Hábitat, formular planes de manejo y materializar lo que queda consignado en un papel. Empecé con un Banco de Hábitat al que a uno le toca tomar buen aliento para decir su nombre completo: Banco de Hábitat Bosque Seco Tropical Cañón del Río Cauca. Entonces, por aquello de la practicidad, empezamos a llamarlo simplemente BH Liborina.
En ese momento era el banco más pequeño, y con él me enfrenté a uno de mis primeros retos: proponer una metodología para formular planes de manejo. Me fui con un mapa en el celular a conocer el BH Liborina el día de mi cumpleaños, en compañía de Menacho, la persona que ha estado toda su vida al frente de estos predios. Entramos por la parte más alta del banco —la que al principio hace sudar—, pero que lleva a una vista del Cañón del Río Cauca que hace que valga la pena.
Cuando llegamos a ese punto, me tomé un momento para contemplarlo. Recordé la historia de un territorio y todo lo que carga el río Cauca, no solo a nivel biológico, sino también social: la historia de violencia que arrastra. Años atrás, había estado en un escenario similar, acompañada de un amigo y colega que, al ver la belleza del cañón, me dijo:
“Mirá qué belleza, de verdad es muy fácil estar bien.”
Cuando lo recordé esta semana, fue difícil comprender su frase, porque hoy ese mismo amigo hace parte de la lista de desaparecidos del país, después de haber sudado por años las laderas del Cañón del Cauca.
Camilo Peláez – Ingeniero forestal desaparecido.
A pesar de lo difícil que es dimensionar estas realidades, BH Liborina representó para mí uno de mis primeros desafíos en Terrasos. Alejandra Cardenas, Líder de Estructuración de Bancos de Hábitat decía que había mucho peladero. Años después, llegué con Juan David Rodriguez, el guardabosque del Banco de Hábitat del Meta, y me dijo:
“Aquí se pelotea hasta un grito.”
Pero, aun siendo uno de los bancos más pequeños, logré plasmar en papel el imaginario de un pequeño laboratorio.
Julián Durango, el hijo de Menacho, fue el guardabosque que empezó conmigo a recorrer estas lomas. Nos sentábamos en los miradores y yo le preguntaba:
“¿Vos te imaginás el día que todo esto sea monte?”
Él siempre sonreía, porque incluso para él era difícil imaginarlo. Su niñez transcurrió en potreros.
Entre charla y charla, me contaba su miedo a las culebras, y su creencia de que algunas estaban “enrazadas” con otras. Yo le explicaba por qué eso no era posible, pero no me creía mucho.
Un día, por la quebrada Canalón Blanco, nos encontramos una culebra cazadora (no venenosa). Me dio mucha felicidad. Me acerqué a tomarle una foto. Julián, sorprendido por mi tranquilidad, se animó a acercarse y entender por qué no era peligrosa. Tiempo después, lo vi en una integración de guardabosques en el BHM, sosteniendo una cazadora mientras escuchaba a Jorge, uno de los vaqueros, gran amante de las serpientes, que lidera procesos de sensibilización.
Verlo con esa sonrisa y la emoción de decirme:
“Cris, eso es todo frío”, valió todo.
Empezamos con el vivero. El gran reto de propagar material vegetal. Aprendí de las unidades de medida de un maestro de obra para que me entendieran en la ferretería del pueblo. Así empezamos a construir.
Luego me fui con Julián a buscar semillas como locos. Había una cosecha grande de algarroba, un fruto famoso por su olor —digámoslo así— peculiar. Ese día salimos con costales al hombro por la quebrada Canalón Blanco, oliendo a pecueca y parando cada tanto porque eso pesaba mucho.
Después Julián me preguntó:
“Cris, ¿qué hacemos con este pecuequero?”
Y empezamos a volear martillo. Le conté que la harina del fruto era muy nutritiva, un aglutinante natural, ideal hasta para hacer jugos. Yo, por mi parte, preparé una torta —que me quedó deliciosa, aunque Wilson hoy director de Operaciones no me creyera porque no le di.
Esta semana me puse a ver fotos. Da gusto ver los avances. Las curvas de aprendizaje, paso a paso. Empezamos con una era pequeña y hoy, Gustavo Espinel, Julián y Álvaro (el viverista), posicionan el vivero como uno de los mejores de la región, según personal de control de obra de ISA.
Siempre soñaba con el despliegue de las siembras allá. Me imaginaba las mulas desfilando por las lomas del cañón, tal vez por una pasión heredada de mi papito, que fue arriero toda su vida y dejó en mí una profunda admiración por las mulas y su incidencia en la historia de Antioquia.
Y entonces empezamos a sembrar, tratando de leer los registros de lluvia.
Hoy, conversando con Gustavo Espinel, Profesional de Operación BH - Territorial Andes llegamos a una foto que me dio mucha felicidad. Quienes han estado conmigo en campo saben la profunda admiración que siento por las plantas, en especial por ese rastrojo que casi nadie quiere. Me parecen las más tesas: la representación del aguante, más aún en un bosque seco tropical.
La imagen mostraba el avance de la sucesión natural en uno de los polígonos de siembra de este año, en una de esas lomas donde el llanero dijo que se peloteaba hasta un grito.
Y eso, en realidad, me sacó una gran sonrisa.
Por todo lo anterior, me tomé el tiempo de hacer una pausa, de recordar con cariño y alegría. También para agradecer. Porque detrás de todo esto hay un montón de gente sudándola en el territorio, y también apoyos fundamentales desde el equipo de Terrasos para seguir dando pasos hacia adelante.
A todos, gracias. Desde su granito de arena a cada proceso.
Deseándoles, de corazón, mucho monte, siempre.
Con cariño, en medio de la correría…
María Cristina Vargas