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El guardián del BH del Globo: Francisco y su vida entre el bosque y la niebla.
En las alturas del Bosque de Niebla de El Globo, está ubicado uno de las Bancos de hábitat de Terrasos, un ecosistema considerado como una de las joyas más valiosas que tiene Colombia, es donde la niebla abraza las montañas, entre los 2400 y 2800 metros sobre el nivel del mar y el tiempo parece detenerse y en el que Francisco Dariel Bayer Osorio ha encontrado su hogar. Con 44 años y un amor inquebrantable por la naturaleza, este guardabosques dedica sus días a cuidar uno de los rincones más biodiversos de Colombia, demostrando que el coraje y la pasión pueden mover montañas.
Francisco creció en el campo, en fincas donde su padre trabajaba como administrador, y aunque la ciudad lo llamó por un tiempo, el bosque siempre fue su destino. "Quería estar al aire libre, escapar del encierro. Aquí he encontrado paz y propósito", confiesa con una sonrisa que denota tranquilidad.
Su rutina está marcada por el cuidado del vivero, la recolección de semillas nativas y los recorridos de vigilancia para asegurar que el bosque de niebla esté protegido, en uno de estos espacios que se encuentra en las estribaciones de la Cordillera Occidental, en jurisdicción de los municipios de Támesis y Jardín (Antioquia). Con machete en mano y botas puestas, enfrenta los desafíos de mantener limpios los senderos y rescatar especies nativas como los robles y magnolias. Pero nunca está solo: un par de caballos y un sinfín de aves lo acompañan en el profundo silencio del bosque. "Aquí aprendí a hablar con mi yo interno y con los caballos. Incluso he empezado a tocar armónica y aprender guitarra".
El bosque es su refugio y su maestro. Francisco habla con admiración de los citadinos que visitan El Globo, quienes, aunque torpes en el sendero, se maravillan con la inmensidad del lugar. “Ellos llegan cargados de ruido, pero aquí descubren el silencio y el aire puro. Es como si el bosque les recordará lo que han olvidado”.
Su valentía no solo está en enfrentarse al aislamiento, sino en luchar cada día por conservar un ecosistema que necesita manos humanas para subsistir. "El bosque es como una casa: si nadie lo cuida, se cae. Y yo estoy aquí para que eso no pase".
Cuando describe sus días, en el Banco de Hábitat El Globo, entre esa niebla mansa donde el amanecer rompe contra las montañas y con el café de la rutina sobre el deck de las hamacas se escuchan a los búhos y ese viento que trae consigo una paz indescriptible. "Aquí me siento vivo", lo cuenta, como si cada palabra fuera un eco entre el bosque que lo rodean.
Francisco no solo es un guardabosques; es un guardián de la vida, de los sueños, y de un rincón del planeta que, gracias a su esfuerzo y su trabajo excepcional que son cruciales para la regulación del agua, el secuestro de carbono y el ciclo de nutrientes, permitiendo ayudar a contrarrestar la pérdida y fragmentación de hábitats. La Reserva del Globo este bosque permanece intacto para las futuras generaciones pues gracias a Terrasos son pioneros en el desarrollo de instrumentos para la conservación de la biodiversidad en Colombia y ejemplo para el mundo.