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“Tengo mucha ilusión con lo del Banco de Hábitat”

Entrevista:  Margarita Rosa Serna Agudelo. Junio, 2021

 

Margarita hace parte de la familia Serna, propietarios del predio donde hoy en día está el Banco de Hábitat Bosque Niebla - El Globo. Cuando murió su padre tomó el liderazgo de las actividades ganaderas que se desarrollaban en la finca. Sin embargo, y después de entender que a nivel mundial empezaba una apuesta por proteger el agua y el aire, decide junto con sus hermanos, parar la explotación ganadera de El Globo y dejar que se recuperara el bosque. Hoy, a 20 años de esa decisión está muy feliz de iniciar este proyecto de Banco de Hábitat. 

¿Cómo ha sido la historia de este territorio conocido como El Globo desde que está en manos de la familia Serna? ¿Cómo se vuelve una finca ganadera en un proyecto de conservación?

La finca El Globo, que siempre se ha llamado así, la compró mi abuelo en los años cincuenta y a los poquitos años de adquirirla se la da sus hijos, es decir, a mi papá, que en ese entonces tenía 19 años, y a sus hermanos. No todos los hermanos estaban interesados en esa tierra, por lo que liquidaron la sociedad y mi papá se quedó con El Globo. En 1953 él empezó a “montarla” para convertirla en una finca ganadera, principalmente para levantar ganado.

 

Así pasaron muchos años en los que se trabajó bien en la finca, pero empezaron a presentarse dos eventos que lo dificultaron todo. Cuando mi papá empezó en El Globo esa zona estaba habitada por muchos campesinos y había quien trabajara, pero con el tiempo, cuando las ciudades empezaron a ser más atractivas para los campesinos, estos se empezaron a ir. Por otro lado, a mediados de los años ochenta, empezaron a llegar los problemas de orden publico, no solo en la región, sino en todo Colombia, pero por ese sector en particular, que hoy se conoce como la Cuchilla Jardín – Támesis, empezó a haber presencia de actores armados, lo cual acentuó más el abandono de las tierras por parte de la gente. Para inicios de los noventa esta era una zona muy crítica a la que no se podría ir.

 

En el 95 cuando mi papá muere y ya no era tan peligroso visitar la finca, yo empecé a manejar las actividades ganaderas. Así nos fuimos hasta el año 2000 cuando ya el abandono del campo era crítico, no había gente con quien trabajar la tierra. Además de eso, con mis hermanos empezamos a notar que todo lo que se hacia era para mantener la finca, y que tanto esfuerzo no nos estaba generando ninguna ganancia económica. Por esa misma época, yo entré nuevamente a la universidad a estudiar administración de empresas agropecuarias y entre las cosas que aprendí, empezaban a sonar varios tratados internacionales por el medio ambiente, y entendí que cuidar la tierra era una inversión a largo plazo, por la importancia que iban a tomar el agua y el aire. Con esto entonces yo decidí proponerles a mis hermanos que paráramos con la ganadería en El Globo y que lo dejáramos enmontar para que naturalmente se recuperara el bosque… Eso fue hace 20 años.

En el momento en que deciden parar con la ganadería en El Globo ¿cuánto porcentaje de la finca era dedicado a la ganadería y cuanto estaba cubierto por bosque?

 

Cuando tomamos esa decisión de dejar enmontar la finca, siendo muy optimistas, un 30% estaba en cobertura boscosa. Esto correspondía principalmente a la parte alta y empinada que nunca se tocó y a los bordes de las cañadas, porque eso si era regla para los campesino. En potrero, creyendo que podía ser más, había un 70% de la finca.

 

Hay algo que me parece muy gracioso y es que mis sobrinos que son los que están liderando este proyecto de Banco de Hábitat, me dicen que en El Globo todavía hay mucho potrero. Hace unos quince días que visite la finca, después de 18 años de no haber ido, fui para ver desde mi concepto de lo que es tener una finca montada, si era verdad que había tanto potrero, y en comparación a como yo la conocí, eso ahora está muy enmontado, ya no hay tanto pasto y hay mucho rastrojo bajo, que es exactamente lo que hace 20 año queríamos que pasara.

 

¿Cuándo ustedes tomaron esa decisión hicieron algún proceso de restauración de la tierra o simplemente lo dejaron así?

 

Nosotros no hicimos absolutamente nada. Es más, en la finca hasta hace poco todavía había ganado. Cuando decidimos dejar de explotarla, para no perderla y como era tan difícil llegar allá, nosotros se la entregamos en arriendo al mayordomo de la finca y su familia, que son las personas que toda la vida han vivido allá. El valor del arriendo era el valor del predial. En ese momento yo les dije que la podían aprovechar, pero dejándola enmontar, entonces ellos cada vez tenían menos ganado porque cada vez había menos zonas de pasto limpio… Todo lo que se hizo fue dejarla recuperarse naturalmente.

¿Cómo ve Margarita el hecho de que El Globo sea hoy un Banco de Hábitat con respecto a ese sueño de hace algunos años de empezar a recibir alguna ganancia económica por conservar? ¿Si se está cumpliendo?

 

¡Claro! Yo veo que se está empezando a dar lo que en su momento cuando estaba en la universidad yo entendí, y es que se iba a empezar a pagar por producir oxigeno, por capturar carbono o por dejar las tierras en bosque para que la calidad de la tierra no se disminuya, y una forma de eso son los Bancos de Hábitat.

¿Cómo entiende Margarita que los Bancos de Hábitat hacen rentable la conservación?

 

Lo que yo entendí sobre los Bancos de Hábitat es que nosotros podemos recibir ganancias al conservar esa tierra porque las acciones que se deben realizar para recuperar el bosque de una manera más rápida deben ser pagadas por otras empresas para poder compensar los impactos que sus actividades generan en la naturaleza – ¡A mi eso me pareció interesantísimo! – Además, entiendo los Bancos de Hábitat como trabajo para la zona y también para los propietarios de los Bancos de Hábitat que pueden recibir ganancias económicas ya sea participando directamente en las actividades de restauración que se van a hacer en el Banco o por la parte que le corresponde una vez se venden los créditos de biodiversidad a las empresas que tienen que compensar. Los Bancos de Hábitat también disminuyen los gastos inherentes de tener la tierra, por ejemplo, el predial.

¿De dónde cree Margarita que viene esa necesidad suya y de su familia de querer hacer parte de un proyecto de conservación?

 

Son varios los factores que influenciaron en esa decisión. Primero, a nivel personal, un momento fundamental fue cuando volví a la universidad a estudiar administración agropecuaria. En ese momento yo ya estaba grande, yo tenía 42, es decir que mis compañeros tenían la edad de mis hijos. Cuando yo entré había una materia que se llamaba “ecoclimatología”, no recuerdo bien el nombre, y en esa clase nos recordaban mucho que la crisis climática era un tema mundial y nos mencionaban mucho el protocolo de Kioto. En ese momento yo entendí el mensaje. Yo no sé si era porque yo estaba más grande que los demás y yo ya trabajaba con mi papá, con quien me tocó ver en otras fincas, que más de 100 reses murieran de sed y que además no se podía hacer nada porque… ¿de dónde íbamos a sacar el agua?... Entonces en ese momento estando en la universidad, viviendo de primera mano el trabajo en el campo, probablemente entendí muy bien que algo había que hacer.

 

Por otro lado, a un nivel más familiar, nosotros tenemos una tradición desde siempre de estar en el sector agropecuario, no solo porque desarrollemos actividades de ganadería y de agricultura, sino también porque tenemos ese gusto por las zonas bonitas con arboles, fincas que no sean áridas y que tengan muchas fuentes de agua, y resultó que a nuestros sobrinos les encantó esto también y lo continuaron a otro nivel. A mi me parece fascinante que los hermanos, hoy en día, le estemos entregando a los hijos y sobrinos estas tierras y que ellos quieran conservarla.

 

¿Cómo se imagina Margarita El Globo en 30 años, bajo el esquema de Banco de Hábitat?

 

Yo en 30 años veo El Globo como un bosque completamente denso, no un bosque primario porque eso no es fácil, pero si un bosque secundario que va en esa dirección, con una producción de agua muy importante y con una población de palma macana impresionante… Ese si es mi sueño. La macana es una palma de dónde se sacaba madera para las casas campesinas. Hace 15 días que estuve en El Globo yo veía un lugar que llamaba el “vallecito de las macanas”, donde después de subir un montón de lomas une ve muchas de esas palmas, eso parecía como un cuento de hadas. Yo me sueño que esa especie se recupere, yo creo que está en peligro de extinción porque los campesinos la usan mucho, incluso por eso está en veda en diferentes partes del país, es decir que no se puede hacer aprovechamiento. ¡Así me lo imagino un bosque divino!

¿Cómo ha influenciado el proyecto de Bando de Hábitat las dinámicas familiares?

 

Yo desde el punto familiar tengo que decir que estoy muy contenta. Tengo mucha ilusión con lo del Banco de Hábitat porque, además de lo bonito de conservar todas las especies que existen allá, este proyecto ha generado una unión entre “los chicos”, como yo llamo a mis hijos y sobrinos. Todos son de diferentes edades, entre el mayor y el menor hay 20 años, son generaciones muy distintas y en este momento, gracias a El Globo, están conectados, conversan mucho y tienen temas comunes. Entonces eso para mí ha sido una cosa muy bonita porque la gente en las familias cuando ya se van volviendo grandes, empieza cada uno por su lado.

¿Qué argumentos le podemos dar a las personas que tienen actividades ganaderas en sus tierras para que le apuesten a un proyecto de conservación y le apuesten a un equilibrio entre estas dos actividades?

 

El argumento sería similar al mismo que yo pensé cuando le dije a mis hermanos que dejáramos que se enmontara la finca. Es decir, en ese momento era posible y yo creo que ahora es cada vez más una realidad, que el agua y el aire van a tener un valor muy alto, por lo que conservarlos y generarlos en nuestras tierras nos puede significar retribuciones e ingresos económicos. Para eso hay que convencer a la gente también de la situación actual de todo el planeta.

 

Por otro lado, hay que hacerle entender a la gente que es mejor echar un poquito de lado la inmediatez de lo económico, porque cuando uno solo piensa en eso, es como sacarle a la tierra todo de una vez. Uno es muy financiero y es pensando todo el tiempo que “es mejor 10 pesos hoy, que 100 pesos en 50 años”, porque estamos pensando todo el tiempo en la productividad a toda costa. Lo que pasa con los animales que explotan y ni dejan mover del puesto, es lo mismo que le pasa a la tierra después de explotarla y dejarla pelada. Con esto quiero decir que necesitamos un proceso de educación muy grande, organizado y consiente que le haga caer en cuenta a la gente de eso.

 

¿Margarita piensa que de pronto con este tema de la pandemia, estamos en el ambiente perfecto para hacer a las personas más conscientes de los temas de conservación?


Yo digo que eso hay que mostrárselo mucho a la gente y darle la posibilidad de que lo viva, que ya lo están haciendo, es decir, en el entorno mío hay un montón de gente que por la pandemia no tiene que estar en el trabajo en la ciudad entonces están felices conectados desde sus fincas de recreación, donde ellos pueden tener una conexión con el campo y donde están absolutamente felices, disfrutando de la paz y de la serenidad que da estar en contacto con una vida más tranquila cerca de los animales, el verde, y los arboles. Yo estoy impresionada en como hoy la gente esta de manera consiente disfrutando eso, porque es diferente cuando alguien va un fin de semana a una finca a llevar a los hijos a que se distraigan, a estar metidos en las fincas y de verdad sentir la calma. Entonces yo creo que la pandemia a permitido a las personas sentir más el campo y conservar el ambiente lo que les puede mejorar la vida. ¡Yo estoy inspirada! Siento que todas esas cosas e ideas de vivir en lugares más tranquilos y saludables podría convencernos de conservar el medio ambiente

¿Algo más que quieras decirnos?

 

Si… ¡Muchas gracias, estoy muy contenta con esto de lo del Banco de Hábitat!

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